jueves, 8 de marzo de 2012

EL TAL WILLIAM ASHBLESS

No sé qué es lo que más me desconcierta de ese tal William Ashbless. Quizá su profesión de poeta poseyendo ese brutal corpachón peludo de leyenda nórdica, que le hace parecer un cuadro delicado enmarcado en una madera tosca repleta de astillas.
O quizá el que sea tan celoso de su intimidad. No es la suya una ocupación poco dada a los fanfarrones, bien lo sé yo que soy músico y departo con ellos día sí y noche también, mas sin embargo cada vez que alguien cuenta alguna historia de su pasado, él tan solo calla y escucha, y nunca conseguimos arrancarle ni un solo relato anterior a su desembarco en Londres, surgiendo hace escasos meses de la nada. Para ser un tipo que se gana la vida narrando historias, le gusta muy poco contarlas sobre sí.
También resulta extraño que cuando quiere averiguar la hora, casi siempre hace el gesto de escrutar su muñeca desnuda antes de sacar su reloj de bolsillo, como si tuviera que mirar ahí para recordar que el reloj está en el otro lugar. Es un detalle cuanto menos peculiar, de tantos que pueblan su extraña forma de ser, aunque no por ello podemos situarlo más allá de cierta extravagancia tolerable.
Y por supuesto, están esas melodías. Por mi propio arte, puedo vanagloriarme de conocer casi todas las canciones echando el oído un siglo atrás, desde la última sinfonía que Beethoven estrenó en los refinados palacios de Viena el año pasado, hasta las zafias tonadillas de burdel que se vienen entonando a las prostitutas a tiro de piedra del río Sena desde hace tiempo incontable. Y cada vez que la cerveza desinhibe los labios de William Ashbless y silba unas notas encadenadas, me resultan ajenas en su totalidad, como sacadas de otro mundo. Al principio le pregunté por estas tonadillas, pero no obtuve sino evasivas y silencio, por lo que desde entonces prefiero morderme la lengua para evitar la callada. Y diablos, no suenan nada mal. El otro día hasta se arrancó con unos versos de uno de los temas que más suele silbar. Así decían: Yesterday, all my troubles seemed so far away... Todo un personaje, el tal William Ashbless.

Pedro López Manzano(España)
Publicado por la revista digital Minatura 116

No hay comentarios:

Publicar un comentario