domingo, 29 de enero de 2012

POEMA

En la casas del pecado
he dormido inquieto,
mis ojos con hambre de noche,
los oídos atentos al silencio,
abatida toda prudencia
en ríos de deseo.
Los panes del remordimiento,
a ritmo lento,
intermitente alimento
fueron,
y el ardor de la lujuria,
vino blanco y café negro.

Los cendales de niebla
fueron amargos compañeros;
nada pudo el llanto de la culpa
que pudieron más los deseos.

Por eso,
-ahora me acuerdo-,
en la casa del pecado
he dormido inquieto.

ARSENIO M. LÓPEZ MORADO-Cartagena-

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