viernes, 18 de noviembre de 2011

POEMAS



Tu nombre

El tiempo ha fracasado. No ha sabido
borrar tu nombre que, al leerlo intacto,
produce hoy en mi piel el mismo impacto
de honda voracidad, fiero estallido.

Yace en tu nombre tanto, aunque dormido,
que es casi tú, en espíritu y en tacto.
De él extraigo el acento, fiel y exacto,
que resonaba en mí, si proferido.

No perecen los entes inmortales;
sobreviven diluvios, vendavales,
cuanto logra fraguar naturaleza.

Y continúa el tuyo resonando
en mi entorno y en mí, rítmico, blando,
como antes de arroparte la tibieza.


Al fondo del espejo

Estábamos al fondo del espejo,
frente a tu lecho en orden todavía,
menestrales de tosca alfarería
a cuatro manos sobre audaz bosquejo.

Mis ojos sobre ti y sobre el reflejo,
alternativamente, picardía
de cuarteto de amantes en orgía
sensual-sentimental, nupcial festejo.

Casi celoso de mí mismo al verte
entre brazos de un yo que se convierte
en mi propio, fatídico adversario.

Prófugos del cristal, sobre la cama,
solos tú y yo. Mi amor se te encarama,
hiedra sutil, con ímpetu incendiario.


Preguntas

Tus hijos, que la vida no hizo míos,
tus brazos, mi heredad sólo entre amantes,
tus ideas, si un tiempo refrescantes,
hoy ya no más que cántaros vacíos.

Tus instintos, estrépitos bravíos
de músculos en cursos desbordantes,
tu espíritu, que vi de alas gigantes,
volando sobre opacos amoríos.

¿Te vería tal vez desde mi sueño,
que tiende a enaltecer lo más pequeño,
dorar las sombras, conjurar visiones?

¿O te vi tal cual eras, mas el paso
del tiempo fue llevándote a un ocaso
limitador de todas mis opciones?


Surges de las tinieblas

Surges de las tinieblas. De repente
se hace la luz en mi universo helado,
Génesis que aparece renovado.
Va la señal de amor sobre tu frente.

Va la señal de amor, iridiscente,
sobre la mía, como quien ha amado
toda una eternidad, mas no ha encontrado
digna pareja, de alma equivalente.

Te adentras en la esfera de mis sueños
con fuerza arrolladora. Somos dueños
de este mundo recién constituido.

Estamos solos, réplica certera
de Eva y Adán. Mi pulso se acelera
en tu contemplación, fruto prohibido.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO-Los Angeles-

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