sábado, 14 de mayo de 2011

POEMAS

ENTRE CAÍN Y ABEL

Hombre que entre Caín y Abel oscila.
Labrador y pastor. Contradictorio.
Hombre extraño en su propio territorio,
que entre reja y cayado se aniquila.

Hombre que sueño a sueño se deshila
a la vez que se ovilla en reclusorio.
Hombre de oscuro barro transitorio
que en polvo finalmente se jubila.

Hombre que mientras tanto sufre a ciegas
por el amor y el odio dividido;
negado por el mundo y por la vida.

Hombre de rebeldías andariegas,
desde su nacimiento malherido
y siempre respirando por la herida.

LA ETERNIDAD

La eternidad efímera,
¿quién lo hubiera creído?
Oh aquel amor cargado
de odios mudos.
La rosa, aquella rosa
con vocación de ortiga.
Un sorbo de café,
un rubio hilo de vino.
Ebrio y lúcido, el sol.
El sol, el sol de cada día.
Luminosa locura.
Oh trastienda del sueño.
Almacén de espejismos.
La muerte a toda vida.
El santo matarife
y el matarife santo.
La verdad olvidada
y los videntes ciegos.
Una moneda de oro.
Realidad de hojalata.
Una mujer de humo.
Los amigos bla bla.
El silencio del grito
y el grito del silencio.
Dios creador e increado.
Nosocomio de sabios.
La nada ardiendo en todo.
La eternidad efímera,
¿quién lo hubiera creído?

LOS DÍAS

Los días ciegos y las noches muertas.

¿Dónde quedó la bolita?
La verdad, la verdad...¡Qué gran mentira!

Los días ciegos y las noches muertas.

El cazador de horizontes
seguía esperando un milagro.

En el trigal verde-vida
las amapolas gritaban.

Los días ciegos y las noches muertas.

La nostalgia, como siempre,
seguía bordando mantones de Manila
frente al balcón entreabierto.

La luna triste y menguante
se sumergía en el río
entre arenales de oro
y pececillos de plata.

Los días ciegos y las noches muertas.

No sé que estoy diciendo,
pero debo decir lo que debo decir.

Digo, digamos, digo.

¿Dónde quedó la bolita?
La verdad, la verdad... ¡Qué gran mentira!

Los días ciegos y las noches muertas.

UNA NOCHE

Una noche sin estrellas ni sueños.

Vengo de donde voy.
Voy hacia donde vengo.

Deliraban las rosas.
Las piedras suspiraban.

Si no sabemos nada de nada,
decidme, ¿qué sabemos?.

Creamos en lo imposible.
Creamos en lo increíble.

El misterio lo es todo
y todo es un misterio.

Que nos salve el amor.
El amor que es la luz.

Una noche sin estrellas ni sueños.

SE PREGUNTABA

Se preguntaba
la rosa vieja y ajada:

¿En dónde están hoy aquellos
que ayer tanto me adulaban?

La rosa vieja, la rosa
desolada;
la rosa sola en su sola
soledad desencantada.

EL PODER

El poder,
el verdadero poder,
no se ve,
que siempre ha sido invisible
y será siempre invisible
el verdadero poder.

JUAN CERVERA SANCHIS

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